En los sesenta la consigna era "socialismo o barbarie".
Pero el socialismo que nacía de las luchas obreras y feministas no fue capaz de consolidarse y la barbarie triunfó.
Hoy enfrentamos la misma alternativa, solo que más radical: o el comunismo o la extinción.
Una frase atribuida a John Keynes se repite como un mantra aquí: "Lo inevitable por lo general no sucede, porque prevalece lo impredecible".
Es fácil ver lo inevitable ahora: la Tercera Guerra Mundial está sucediendo no como una lucha entre potencias imperialistas, sino como una extendida guerra civil global que enfrenta a clanes, movimientos políticos y creencias religiosas en un contexto en el que la democracia y la opinión crítica son desplazadas por la cultura identitaria, la rabia y la depresión.
El ascenso de Donald Trump o del movimiento alt-right son entendibles como una reacción supremacista alimentada por el miedo.
Los trabajadores blancos, empobrecidos en las décadas de hegemonía liberal centroizquierda, se están rebelando contra la democracia y el globalismo.
Mientras el conflicto oponga globalistas neoliberales a nacionalistas antiglob
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