Nueva edición ampliada y revisada.
Por sus revolucionarias ideas y su inteligencia iconoclasta, Marcel Duchamp está considerado uno de los artistas más influyentes del siglo pasado. Se habÃa dicho ya que su vida era su mejor obra de arte, pero hubo que esperar a la publicación de la monumental biografÃa de Calvin Tomkins para comprender plenamente la interacción entre su vida y su obra. Nacido en el seno de una familia burguesa, Duchamp decidió seguir el ejemplo de sus dos hermanos mayores y se instaló en ParÃs pocos años antes de que el cubismo revolucionara la pintura. A pesar de coincidir con ese hito histórico, a lo largo de su longeva existencia se trazarÃa siempre su propio e irrepetible camino: una osadÃsima aventura en la que el arte se concebÃa, ante todo, como una cosa mentale, en el espÃritu de Leonardo da Vinci. Fue Duchamp quien, de una manera más radical que nadie, planteó que el arte debÃa tener una realidad propia y abandonar la mera imitación.
A su llegada a Nueva York en 1915 (Norteamérica acabarÃa convirtiéndose en su paÃs adoptivo), se quedó atónito al descubrir que su reputación (Desnudo bajando una escalera habÃa causado una tremenda sensación dos años antes en el Armory Show) era únicamente comparable a la de Sarah Bernhardt y Napoleón . No hizo el menor esfuerzo por promocionarse, ni a sà mismo ni su obra, y cuando la fama le eligió, no una vez sino dos, durante dos perÃodos distanciados en el tiempo, le dio la bienvenida con una sonrisa irónica.
Duchamp quiso siempre colocar el arte al servicio de la mente, y fue precisamente ese deseo espoleado por su particular uso del lenguaje, el azar, la óptica, las pelÃculas y demás técnicas metavisuales y, por encima de todo, por sus célebres ready mades lo que socavó sigilosamente quinientos años de arte occidental hasta transformarlo por completo.
Son muchos los libros acerca de Duchamp, pero la biografÃa de Tomkins resistirá el paso de los aÃ...
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