La editorial Gigamesh nos deleita periódicamente con algunos de los mejores relatos dentro de los géneros de la fantasía y la ciencia ficción. En esta ocasión lo hace con Waylander, el primer libro, cronológicamente, del ciclo de Drenai, la saga que ha convertido a su autor, David Gemmell, en uno de los más conocidos y prestigiosos narradores de la fantasía actual.
Y lo ha conseguido devolviendo al género a esos elementos fronterizos y nómadas que escritores como Howard o Moorcock convirtieron en clásicos, algo así como un western de fantasía. La violencia y la muerte son elementos comunes en cualquier sociedad y por ello están presentes en el libro, aunque siempre hay esperanza para que triunfen el amor y la compasión. La prosa de Gemmell destaca por su agilidad y sencillez, lejos de la grandilocuencia en las descripciones propias de la tradición Tolkiniana que otros autores tan mal han empleado. Sabe que el objetivo primario de cualquier novela es entretener al lector y lo consigue plenamente, con un ritmo vivo que facilita la lectura pero al mismo tiempo le da al relato el suficiente trasfondo dramático como para que no resulte banal.